Se exponen 139 imágenes tomadas por el fotógrafo francés
Alejandra Rey
LA NACION
La crudeza de la guerra y el alivio de la posterior liberación de París en 1944; la sencillez de los chicos en los suburbios de esa ciudad que terminaba como un hachazo en el campo abierto; los besos de las parejas en las calles y las escenas de hambre, aburrimiento y tedio son de una belleza tan dramática que sólo Robert Doisneau pudo hacerlo.
El fotógrafo francés, genial cronista de su tiempo, murió en 1994, pero una selección de 139 fotos, curadas por su amiga Agnès de Gouvion Saint-Cyr, son expuestas desde hoy en el Centro Cultural Recoleta. La muestra se podrá visitar en forma gratuita hasta el 26 de junio. "Este es un tándem otoñal -dijo el ministro de Cultura de la ciudad, Hernán Lombardi, al abrir la muestra-, porque Doisneau está en Buenos Aires y en el otoño francés, nuestros artistas se harán presentes en París con su arte. Siempre hubo entre los porteños y los parisienses un entrecruzamiento intelectual."
La hija de Doisneau, Francine Deroudille, se hizo presente ayer en la Recoleta para acompañar la presentación de la obra de su padre.
Saint-Cyr contó que el fotógrafo francés conoció a su padre sólo a los seis años, cuando volvió del frente de la Primera Guerra Mundial, en 1918. "Aunque no soy psicóloga, me imagino -dijo la curadora- que eso debe de haber influido en el carácter de Robert, dejado huellas profundas. Quizá de ahí venga el amor por los niños, que tanto retrató."
En la muestra hay varios ejes. El primero es "La guerra y la liberación", fotos tremendas de gente parapetada cerca de Notre Dame, que mira un fuego cercano, soldados que descansan contra una pared. Otro eje se denomina "La vida cotidiana en el suburbio" y muestra desde casamientos hasta retratos del hambre, de hombres y mujeres que huyen del campo destruido por la guerra y se instalan cerca de la metrópoli. "Doisneau sentía una particular empatía por la gente sencilla", afirmó Saint-Cyr.
Una de las fotos más famosas del artista francés es la llamada "El beso del hotel De Ville", de 1959, que ya ha recorrido el mundo y cuyo original puede verse en la muestra.
Vale la pena detenerse, además, en la serie del París nocturno, de las mujeres de vida fácil y del ambiente alegre de las tabernas. Los rostros y las miradas de ciertos protagonistas son de una elocuencia insuperable.
Los niños en las cercanías de París, sus juegos y juguetes tienen también un alto impacto en la muestra. Esas fotos, por otra parte, se podrán ver desde el 17 hasta el 20 de junio también en el Museo de los Niños del Abasto Shopping, con el título de "Delantales sucios y rodillas lastimadas", curadas por la propia Saint-Cyr.
Fuente:
La Nación